jueves, 8 de mayo de 2014

Pentecostés… Y las primicias de entre los muertos

¿Qué le trae a la mente la palabra “Pentecostés”? Muchos grupos cristianos modernos consideran la Fiesta de Pentecostés como una de sus celebraciones más importantes. Otros siguen tratando de imitar lo que sucedió ese día, cuando comenzó la Iglesia del Nuevo Testamento. Sin embargo, pocas personas conocen la verdad acerca de esta fecha. Y es increíble que pocas iglesias la conozcan a cabalidad, sobre todo si consideramos lo que sucedió ese día. De hecho, ¡Pentecostés es más antiguo que la Iglesia del Nuevo Testamento!
Veamos lo que dice el pasaje en el capítulo 2 del libro de los Hechos. “Cuando el día de pentecostés había llegado, ellos (los discípulos de Cristo) estaban todos unánimes juntos” (Hechos 2:1). Uno tiene que preguntarse: “¿por qué estaban unánimes juntos?”
Todos entendemos bien que estaban unánimes porque celebraban una de las fiestas ordenadas por Dios en Levítico 23. La Fiesta de Pentecostés no nació con la Iglesia del Nuevo Testamento, sino que tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Quienes se reunieron entonces estaban celebrando, como siempre lo habían hecho, la Fiesta de Pentecostés. Aquel día hubo una manifestación espiritual increíble que cambió sus vidas dramáticamente. Pero aún si nada hubiese sucedido en aquél Pentecostés, los discípulos lo hubiesen celebrado. Era parte de su culto racional y su práctica religiosa.
Los discípulos conocían bien las tres épocas dónde se requería que peregrinaran hacia Jerusalén para congregarse en el templo. Estas eran: la Pascua, Pentecostés, y la Fiesta de Tabernáculos. Es por ello que en Deuteronomio 16 se habla de tres épocas, porque describe las tres temporadas de fiestas en que hacían su peregrinaje.
Subían a Jerusalén para la Pascua, y obviamente celebraban también la fiesta de Panes Sin Levadura que sigue inmediatamente. Subían nuevamente al final de la época de la cosecha para celebrar la Fiesta de Pentecostés. Y finalmente, subían en el otoño para celebrar la Fiesta de Tabernáculos y el Ultimo Gran Día, que sigue inmediatamente después. De manera que cuando se mencionan las tres épocas de peregrinaje, debemos entender que los israelitas celebraban todas las fiestas ordenadas por Dios en Levítico 23; las siete fiestas anuales. Y los discípulos de Jesús, siguiendo las costumbres de sus antepasados, estaban celebrando unánimes este día especial.
Cuando estudiamos cuidadosamente Levítico 23, especialmente lo que se refiere a las épocas o fechas para celebrar las fiestas santas, notamos algo curioso. La Pascua se celebra comenzando el 14 de Nissan, el primer mes del calendario hebreo. Los siete días de la fiesta de Panes Sin Levadura se guardan desde el día 15 hasta el 21 del mismo mes. La Fiesta de Trompetas es el primer día del séptimo mes y la de Expiación diez días después. Luego vienen los siete días de la Fiesta de Tabernáculos, del 15 al 21 del mismo mes; y el Último Gran Día ocurre inmediatamente después, el día 22 del séptimo mes del calendario hebreo. Pero, ¿y Pentecostés? Ningún día se menciona con respecto a esta fiesta, sino que se deben contar los días hasta llegar a la fecha. Pentecostés no ocurre en una fecha específica, se celebra el día después del séptimo sábado—o la séptima semana completa—en que se corta y se mece la gavilla de la primera cosecha.
La Biblia nos dice que contemos. “Y habló Jehová á Moisés, diciendo: Habla á los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, y segareis su mies, traeréis al sacerdote un omer por primicia de los primeros frutos de vuestra siega; El cual mecerá el omer delante de Jehová, para que seáis aceptos: el siguiente día del sábado lo mecerá el sacerdote” (Levitico 23:9-11).
La Biblia dice que este día, cuando se mecía la primera gavilla, era el día después del sábado semanal, en el momento en que comenzaba la cosecha. Esto ocurría en la primavera, al inicio del año. Los judíos comprendían que Pentecostés se conectaba con la Pascua, así que ofrecían la ofrenda mecida el primer domingo después de la Pascua. El primer día de la época de la Pascua (el primer día de Panes Sin Levadura) siempre cae el 15 del primer mes, y es un sábado anual. Y la Biblia nos dice que contemos siete semanas completas desde el día después del sábado semanal en que se ofreció la gavilla.
“Y os habéis de contar desde el siguiente día del sábado, desde el día en que ofrecisteis el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán: Hasta el siguiente día del sábado séptimo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis nuevo presente a Jehová. De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de flor de harina, cocidos con levadura, por primicias á Jehová. Y convocaréis en este mismo día; os será santa convocación: ninguna obra servil haréis: estatuto perpetuo en todas vuestras habitaciones por vuestras edades” (Levitico 23:15-17, 21).
Pentecostés es la fiesta de los tres nombres: El primero es Pentecostés, que significa 50 en griego. Como Pentecostés cae el día siguiente del séptimo sábado (7 semanas de 7 días = 49), la cuenta nos da 50; es por ello que lo celebramos en domingo. El segundo nombre es laFiesta de las Semanas, lo que resulta obvio por las siete semanas que se cuentan. Y finalmente se le conoce por su significado espiritual como la Fiesta de las Primicias (parte de ello es que después de su resurrección, ese día Jesucristo—como primicias de entre los muertos—se les apareció a sus discípulos).
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15:20-23).
El apóstol Santiago comprendió que la ofrenda mecida de las primicias representaba a Jesucristo mismo. “Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:17-18).
Nosotros también somos primicias de Dios, y por eso Pentecostés es nuestra fiesta. La conexión con los cristianos tiene que ver con la resurrección. La resurrección de Jesucristo fue un evento histórico muy importante, la clave de cómo Dios está interviniendo en la salvación del hombre. Tristemente, la resurrección parece haber sido un tema de controversia al inicio de la Iglesia en el primer siglo. El Apóstol Pablo habla detalladamente de este evento en su primera carta a los Corintios:
Y si Cristo es predicado que resucitó de los muertos ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, Cristo tampoco resucitó: Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado á Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres” (1 Corintios 15:12-19).
La primera carta a los corintios fue escrita durante la época de la Pascua, al comienzo de la época de las primicias. Pablo usa el término primicias, pero significa más que esto. Al terminar el sábado después de la muerte de Cristo, unos cuantos hombres bajaban al lugar dónde se encontraban las gavillas maduras de cebada que se habían seleccionado para la ofrenda. Poco después de que se ponía el sol, al terminar el sábado, se cortaba una gavilla de grano. Durante la noche la gavilla se preparaba para ser ofrecida al día siguiente por el sacerdote. El sacerdote luego tomaba el omer de grano y lo llevaba al templo donde lo mecía ante Dios. Veamos ahora la secuencia de los sucesos que ocurren cuando Cristo resucita de entre los muertos:
Jesús resucita poco tiempo antes del atardecer del sábado (el séptimo día semanal) el día en que se seleccionaba y cortaba la gavilla.
A la mañana siguiente María Magdalena vino a la tumba, aún estando oscuro, y junto con la otra María ve a Jesús resucitado. Pero Él les dijo que no lo tocaran porque aún no había subido a presentarse ante su padre (como las primicias de entre los muertos).
Jesús asciende al padre en el cielo, en el mismo día en que se ofrecía la gavilla mecida en el templo.
Más tarde en ese mismo día, después de ser aceptado como primicias de entre los muertos, Jesús se presenta ante sus discípulos y permite que lo toquen.
Vemos que mientras el sacerdote ofrecía la gavilla mecida, Jesucristo se presentaba ante el padre en el cielo para ser aceptado como las primicias. Con esto comienza el conteo de 50 días hasta Pentecostés. Es la época de la cosecha, y Jesucristo usó una metáfora para la obra que sus discípulos habían de hacer: cosechar personas para el Reino de Dios.
Al final de los 50 días se ofrecían dos panes, en ellos estamos incluidos nosotros como parte de las primicias. Todo comenzó aquél Pentecostés descrito en Hechos 2, cuando finalmente se nos permitió el acceso al Espíritu Santo de Dios, y se abrieron las puertas para la predicación del evangelio a todo el mundo. ¡Qué fiesta tan maravillosa! Celebrémosla con verdadero gozo, porque junto con Jesucristo, ¡somos parte de las primicias!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario